Confesiones de calabozo

Estoy sola en casa,  noche de otoño con  luna casi llena y necesito desesperadamente  no pensar en nada. Es curioso, en vez de ponerme a jugar al tetris para blanquear mi mente, se me dio por escribir esto.

La intención original del escrito, la desconozco. Pero acá estamos, y ya puestos, voy a terminar lo que empecé…

Siento la necesidad de hablarles un rato, de contarles algunas cosas que me están pasando desde que empezamos el curso, y no espero nada  de ello, solamente quiero expresarme.

Estoy contenta de sentirme parte de un grupo … Con todos los matices que eso conlleva.   Y además  estoy triste, porque  la sensación de pertenencia  es real, pero también efímera.

 El abrir tu corazón cada día a personas  que son casi desconocidas, pero cercanas al mismo tiempo, es una ardua tarea que me nos destroza y reconstruye al momento.

Cada tarde que transcurre, el tiempo vuela más rápido, y las emociones afloran sin asco.  Creo que el aporte diario de convivencia y reflexión, nos está haciendo crecer a pasos agigantados, y me encantaría que todos podamos verlo.  Las oportunidades corren rápido, y qué putada no verlas a tiempo…

La vulnerabilidad que me produce el sentirme parte de algo que ya no será, me plantea una disyuntiva horrorosa en cuanto al dar y recibir.  Y no me refiero a ello en el plano del egoísmo, sino en el de la generosidad.  Para mi es tan valioso lo que me están dando, que me siento más frágil y más humana que antes de empezar.

Dicen por ahí, que las cosas no se dan porque sí. A mi me gusta creer que es verdad, y por eso, decidí que las experiencias que estamos teniendo como grupo van a ser de total ayuda para mi crecimiento personal.

Y crecer implica equivocarse y superarse. Por ello, me gustaría aprovechar para pedir que me hagan ver mis errores, porque nunca lo voy a tomar a mal.  No me importa ver otras perspectivas si eso me va a ayudar a ser mejor persona, y confío en que me van a ayudar.

Tengo la sensación de que hoy estoy usando el blog y a ustedes a modo de diario, pero nunca está de más decir las cosas buenas de las personas. Y todos ustedes están ayudando a llenar un vacío muy grande, casi sin darse cuenta.

Y no estoy escribiendo esto en plan perrito faldero y acongojado, sino, todo lo contrario. Lo dije y lo repito:   las cosas lindas de la gente linda, hay que decirlas…. Y yo sólo estoy intentando eso. .. Hacerles saber que me hacen bien, todos como grupo, y cada uno individualmente…  con las risas, las paranoias, los miedos, los abrazos, los conflictos y los chocolates.

Se fueron las musas. Esto termina abruptamente…

Vaya metáfora.

Mariana