Sin caer en melancolías, me gustaría hacer mención a lo que comentó Eva hoy: “éste es nuestro último martes”. Y curiosamente, no me sentí triste. A pesar de que fue un martes gris, frío y lluvioso, creo que nuestro espíritu grupal, ya no nos deja doblegar por ello.
Si bien es cierto que, como dice mi mamá, “la procesión va por dentro”, es probable que muchos de nosotros ya estemos activando nuestras defensas de atoconservación, para seguir la semana adelante con alegría y energía.
La jornada comenzó con charlas sobre controles de alcoholemia y accidentes de coches… Y me di cuenta que, gracias a esas conversaciones, me estoy inmunizando al pánico que me produce la conducción y las carreteras. Así que, cuando finalmente tenga el carnet de conducir, el mérito será compartido.
Mientras esperábamos el comienzo oficial de las actividades de la tarde, llegó Fany y cambió el feng shui de nuestra aula, detalle que se agradece…. Ya que, además de intentar mantener el equilibrio y la armonía del habitáculo, evita que Laureta y Mariana, dejemos de darnos golpes con el bendito perchero.
También quiero destacar el detalle de buen compañerismo de Cristina, y su cumplimiento de palabra, pues como bien prometió, nos facilitó la lista de posibles futuros puestos de trabajo para todos.
Volviendo a las columnas, a falta de una, tuvimos tres.
Primero Fany, que siguiendo su línea y buen sentido del humor, no dejó de reivindicar su indignación en varias cuestiones a las que muchos de nosotros, también adherimos.
Después Eloy, que llegó e improvisó. No por no haber hecho los deberes, sino porque hubo una pequeña confusión. Fue una columna participativa, graciosa y espontánea. Por lo tanto, muy significativa. Creo que lo de hoy, fue un pequeño ensayo para cuando vaya a presentarse a la tele para hacer monólogos en “el club de la comedia”, o similar.
La tercera y última: Carmen y su “columna matemática”, con un bonito y sincero mensaje de despedida para el grupo. Siempre tan precisa, cultivada y enriquecedora.
Columnas quedan pocas, pero el esfuerzo que nos requirió a todos, cada una de ellas, tiene un valor que creo, deberíamos tener más en cuenta. Por eso digo que “no me duele la columna”, sino que me alegro de haber tenido la oportunidad de reconectar con mi vieja afición de dedicarme un rato al día para escribir, de lo que sea, pero escribir. Y estoy segura que, si a mi me ayudó con esto, cada uno de nosotros tendrá otra razón que lo haya convertido en algo positivo… sólo hay que encontrarla.
De paso aprovecho y te digo Nerea, que no temas porque te toque a vos escribir la última de todas. No dejes que eso sea un handicap, es tan sólo una columna más. Mientras transmitas en ella lo que consideres necesario contar, nos alcanza. No te cargues ni agobies con responsabilidades extra, porque no la hay.
Punto aparte.
Parecía que habían quedado en el olvido, pero por fin volvieron las dinámicas. Aunque la de hoy haya sido una de esas de conciliación y cohesión, creo que fue oportuna para que, a vista de los hechos, nos diéramos cuenta de cómo evolucionamos en nuestro comportamiento ante una posible discusión.
¿A quién salvamos?
Los criterios fueron distintos: rango de edades, perpetuación de la especie, personalidades con particularidades y necesidades especiales, terapias de grupo e indefensión… pero como bien dijo Laura: “de perdidos, al río”.
Lo importante, es que el respeto por la opinión de los otros, una vez más, le ganó al conflicto.
Tarde de lluvia, tarde de talleres que amenicen la función.
La pintora Yolanda nos motivó a que afloren nuestras habilidades con el óleo y la “tablilla entelada”.. Fue una profe paciente y cualificada.
Me encantó comprobar que Lara descubrió que puede llegar a hacer una linda manualidad, sólo tiene que encontrar cuál de ellas es la que mejor se le da.
Mezclando colores se nos fue la tarde, primero con óleos y luego con las sales.
Lara temía por el desarrollo de su taller y quiero decir que a mi, me pasó lo mismo ayer. Creo que deberíamos confiar un poco más en nuestros propios recursos y dotes de improvisación y meternos bien en la cabeza que, al trabajar con personas, nunca estamos solos.
Si algo se nos complica, siempre hay alguien cerca para iluminarnos el camino. Y da igual que sean compañeros, alumnos o profesores… es eso tan bonito que tiene la humanidad, que siempre y de todos, se aprende.
No sé bien qué me pasa hoy, que en vez de ponerme melancólica haciendo honor a mi condición de porteña, parece que se me contagió la energía positiva de Eva, y veo las cosas desde otro punto de vista.
Por eso, para terminar éste ciclo, los dejo con un logro bonito: me da la sensación de que toda la creatividad que fuimos desarrollando y dejando aflorar en nosotros a lo largo de tantos talleres, vino por fin, y para quedarse.
Ole Mariana!
ResponderEliminarComo siempre Mariana estupenda!!!! serías una gran escritora si te lo propusieses, tienes una prosa exquisita.
ResponderEliminarDeberías escribir un libro llamado "La Saga de los Animus", seria un best seller
Creo que Cristina tiene razon... aunque discrepo sobre sus planes con respecto a la tematica de tus proximos trabajos :)
ResponderEliminarhumildemente, gracias!!
ResponderEliminarmuy chuli como siempre mariana, as despertado un don en eeste curso.
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